El nuevo libro de Cynthia Fleury: cómo recuperar la dignidad en la era de la crueldad

La editorial Siglo XXI publicó en mayo el último libro de la filósofa y psiconoalista francesa, también autora de Aquí yace la amargura: cómo curar el recentimiento que corroe nuestras vidas. 

31 de mayo, 2025 | 11.50

La filósofa y psicoanalista francesa Cynthia Fleury advierte a todos pero, en particular, a quienes gozan de la comodidad de unas vidas bastante resueltas, del devenir indigno de la humanidad. En su último libro Recuperar la dignidad, editado por Siglo XXI, la autora que piensa con las herramientas de la filosofía moral sentencia: “En definitiva son indignos no aquellos y aquellas que viven en condiciones indignas, sino aquellas y aquellos que producen y toleran esas condiciones. Quiérase o no, la indignidad es cuestión de todos”.

En su último libro, en el que cruza a decenas de autores -desde Judith Butler hasta Frantz Fanon-, Fleury describe con una crudeza implacable las lógicas inhumanas que habitamos en la cotidianidad y para las que hacemos un esfuerzo muchas veces inconsciente por invisibilizar. “La indignidad prolifera mientras se vuelve invisible”, describe Fleury y ejemplifica con escenas que adoptan la misma forma: vidas indignas que sostienen y posibilitan que otras sean dignas. “Nuestras dignidades reposan sobre el ‘trabajo sucio’ de las mayorías”, manifiesta.  

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Por eso, Fleury se pregunta si es posible hablar de una nueva “línea divisoria” de la sociedad que opone a aquellos que gozan de condiciones de vida dignas y a quienes están a su servicio, que son proveedores de dignidad. Denuncia un mecanismo perverso donde a medida que avanza un discurso solemne en torno a la valoración de la dignidad humana, se multiplican de forma subrepticia, y no tanto, las formas de degradación. 

Si bien la ficción parece que funciona, el hecho de que el miedo mayoritario sea caer bajo alguna forma de indignidad muestra que todos saben bien que lo que ven afuera está muy cerca. “El miedo al deterioro socioeconómico no deja de abrirse paso hasta banalizar el miedo a la degradación o a la indignidad como el riesgo común más y mejor compartido”, analiza. 

Así, la autora se pregunta “¿cómo creer en la validez del concepto de dignidad mientras la modernidad sigue siendo una forja colectiva de indignidad de las vidas y parece banalizar el riesgo de indignidad como una nueva “prueba que vivenciar y superar”?”. 

El debate por la dignidad, central en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y espíritu filosófico de la Revolución Francesa, y revitalizado por las luchas contra la esclavitud y los movimientos obreros, volvió a aparecer en el último tiempo porque los niveles de inequidad están llegando al extremo, denuncia la escritora francesa. 

Para Fleury, asistimos a un momento donde los gobiernos actúan amparados en un régimen de excepción como si se hubiese extendido desde la pandemia del Covid-19 a esta parte. Triunfa el gerenciamiento de las poblaciones e importan solo las grandes cifras. Se pasó de una ética aristotélica centrada en el respeto y cuidado de las personas a una ética utilitarista, donde no importa que se lesionen las identidades y los modos de vida singulares de las personas. Los números cierran con la gente afuera. Quienes están en los márgenes, ya sumergidos en la indignidad, son, dice Fleury, muertos vivos. Entes fantasmáticos que encontraron en vivir anestesiados la única resistencia a los ataques contra la dignidad. “Hacer morir a esa persona en uno, ‘constituirse objeto muerto’”, dice la autora.

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