La comunidad científica argentina atraviesa una crisis de magnitud inédita. Desde la asunción del gobierno de Javier Milei, se ha desplegado una estrategia sistemática de desarticulación del sistema nacional de ciencia y tecnología. Lejos de tratarse de una reorganización, se trata de un proceso deliberado que paraliza instituciones, desmantela capacidades y deja a sus protagonistas en la incertidumbre total.
El primer golpe fue la virtual desactivación de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i). Todos los contratos plurianuales con instituciones públicas y privadas fueron congelados. Cientos de proyectos quedaron suspendidos, y numerosos grupos de investigación se vieron forzados a paralizar sus actividades.
Se ha reducido a la política científica hasta la irrelevancia. La política científica nacional se maneja desde una subsecretaría sin presupuesto ni autoridad, encajada dentro de una secretaría menor dedicada a la digitalización administrativa.
Universidades asfixiadas, salarios de miseria
A esta parálisis se sumó el estrangulamiento presupuestario de las universidades nacionales, que ya venían golpeadas por años de restricciones. Muchas hoy apenas apuntan, aunque sea con una calidad inferior, a sostener sus funciones básicas de enseñanza. La investigación, directamente, está siendo abandonada.
En el CONICET, la situación salarial es crítica. Los ingresos de los investigadores jóvenes rondan la línea de pobreza. Investigadores con décadas de trayectoria han perdido la posibilidad de sostenerse dignamente. La consecuencia es previsible: una aceleración dramática de la fuga de talentos.
Equipos fuera de servicio, infraestructura en decadencia
El deterioro no se limita al capital humano. También se está perdiendo infraestructura clave. Equipos complejos adquiridos con esfuerzo público —como espectrómetros, microscopios, resonadores magnéticos— están quedando fuera de servicio por falta de mantenimiento, insumos o personal técnico. Lo mismo ocurre con sistemas básicos de operación, como climatización, extracción de gases o aire comprimido. Cada laboratorio que se apaga es una pérdida concreta de capacidad nacional que costará años —o décadas— recuperar. Si es que se recupera.
FONDOTEC: sabotaje presupuestario y eliminación
El modelo: subdesarrollo planificado
Ciencia y futuro: un vínculo roto
La investigación científica no es decorativa: es el punto de partida para entender el mundo, dominar tecnologías y generar innovación. No existen posibilidades de desarrollo sin inversión en conocimiento. Estados Unidos, Alemania, Corea del Sur, China: todos lo entendieron. Argentina, en cambio, está renunciando a su derecho a construir un futuro propio.